lunes, 28 de diciembre de 2009

Where the dreams come true... (Capítulo 1)

Durante todo el año que va a pasar, el 2oo9, mi familia me prometió un viaje a un lugar muy lejano, en el que todo es muy distinto al país en el que nos encontramos ahora y ese viaje...no lo iba a olvidar en la vida.

Tras ocho meses de espera, el 1 de agosto una persona de tez pálida, cuerpo de mujer y pelo a lo Bimba Bosé me entregó la noticia como un regalo que había esperado mucho tiempo, todas mis dudas se olvidaron en esos dos segundos que tardó en decirme la palabra esperada, LONDRES, aunque, vino con una sorpresa inesperada, parecido al 2x1 de mis tiendas preferidas, ya que no sólo iba a tener el gusto de visitar una de las mejores o la mejor ciudad del mundo, sino que además iba a pasar mis primeros días en un pueblecito pequeño con un ambiente universitario que agradaba bastante a la vista de mis ojos, conocido como CAMBRIDGE.

Tal fue la sorpresa que me fui corriendo a hacer una lista con todo lo que me quería llevar a ese país cercano, aunque lejano de los tuyos, para que pudieran sentir lo mismo que yo cuando pisara las calles y respirara su ambiente extraño.

El día 27 de agosto a las 15.00 horas, con los nervios a flor de piel, empezaba a despegar el avión provocando unas turbulencias imaginarias en mi cabeza provocando que mis nervios aumentaran de forma considerable, pero, sin llegar a problemas mayores.

Tras un viaje tranquilo y bastante entretenido debido
a las espontáneas interrupciones que realizaban

las azafatas con graciosos concursos a lo bingo de personas jubiladas y por el aterrizaje cuando de repente sonó una musiquita pegadiza avisándonos de que habíamos llegado a nuestro destino y nos agradecían viajar con su compañía (todo esto cantando), a las 19.00 horas de mi reloj con nacionalidad española, las 18.00 horas en Inglaterra, puse mis pies en la tierra y convirtiendo mi cara en una sonrisa alargada que se quedó hasta que pisé la cama.

Tras una hora de viaje en un tren parecido al AVE español rumbo a mi primer destino, Cambridge, cogí mi maleta y caminé, caminé y caminé en busca de mi nueva casa durante cuatro días. Mis acompañantes y yo nos tiramos dos horas en busca de Roseford Road, al final, cuando llegamos a la casa, tras varias discusiones con el guía turístico, nos dimos cuenta de que la casa estaba más lejos de lo que pensábamos.




Divisamos la casa y cuando nos disponíamos a entrar, empezamos a escuchar una música extraña dentro de ella y distinguíamos a través del cristal una silueta de una persona.
Cuando abrimos la chirriosa puerta nos encontramos a un señor de mediana edad con gafas redondas y con una bata, era el individuo al que la dueña había alquilado una habitación, que nos empezó a hablar en un típico ingles con abreviaturas las cuales no entendíamos nada, tal fue lo poco que yo le entendía que me tiré los cuatro días que viví en esa casa, sin hablarle.

Así comenzó mi historia en un país distinto que me iba a hacer sentir muchas cosas...



tinkerbell



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